Tu sombra hiende la distancia
es como un pétalo de sal
y tu mirada me saca el aire
será la herida de Paris.

sábado

No sé cómo se me ocurrió pensar que las relaciones amorosas son como masticar chicle.

[Suena taxativo, arbitrario, hasta banal... pero si uno lo analiza...]

. Al principio nos encanta, podemos apreciar todo su sabor y estamos muy entusiasmados.
. Vamos descubriendo el gusto, todo es nuevo.
. Con el tiempo se vuelve insulso, pero no lo deshechamos porque nos habituamos a tenerlo en la boca.
. Asimismo, ya no reconocemos qué sabor era, de qué se trataba, y así pierde todo su sentido.
. Por otro lado, si no masticamos lo suficiente se disuelve, parece una pasta desagradable que queremos tirar de inmediato, con violencia.
. Si masticamos demasiado se pone duro, inmanejable, lo tiramos a la basura porque ya nos perturba.
. Si jugamos con él podemos terminar enchastrados, pegoteados. Y tendremos que quitar pacientemente, uno a uno, los restos.

Bueno, no se me ocurre nada más. Con estos ejemplos ya podemos pensarnos como chicles.
Voy a seguir buscando analogías.